“PAPONES MÚSICOS” y “MÚSICOS PAPONES”


Artículo publicado en la revista "PREGÓN", 2019, oficial de la Junta Mayor de cofradías de la Semana Santa de León, bajo dirección  de Carlos García Rioja. Págs. 60-63.

Lo que adorna la iconografía de los pasos, con los que las cofradías escenifican en las calles la Semana Santa, es fruto de una radical evolución del siglo XVI al presente. Entre todo el ornato, de las procesiones en León, está la música interpretada por las bandas que participan en ellas. Es una historia pequeña pero amplia. La de la música cofrade leonesa. 

Éste aspecto es motivo del siguiente escrito, tomando como referencia la aparición, hace 60 años, de la primera banda de cornetas y tambores organizada en el seno de una cofradía leonesa, la de Jesús Divino Obrero, hermandad fundada poco antes, (1955) y que abrió una nueva etapa en cuanto a la concepción de las procesiones de la Semana Santa. Etapa nueva entonces pero que ya ha dado lugar a otras distintas.

La procesión del Santo Entierro del año 1959 presentó novedades, entre ellas, el desfile de los primeros “papones músicos”, que aportaron como peculiaridad el vestir el hábito completo de una joven cofradía. La propuesta de la junta de seises del Divino Obrero, de tener una banda propia de cornetas y tambores, no se produjo porque en el orden de las procesiones de León no fuesen formaciones musicales y la nueva cofradía leonesa, entonces, pretendiese poner banda sonora a la Semana Santa. No fue así. Nuestra Semana Santa ya contaba entonces con la inclusión en las procesiones de bandas de música y en concreto, al menos, 132 años antes. Es un dato importante, porque si hablamos que se celebran 60 años desde que se incorporó una banda fundada en el seno de una cofradía, también es cierto que, en este 2019, se cumplirán 192 años desde que tenemos constancia de que nuestra Semana Santa ya contó con una formación musical en, al menos, una procesión. Fue en el Santo Entierro de 1827 cuando documentalmente constatamos por primera vez una banda de música, gracias a las actas del Ayuntamiento de León a fecha de 30 de marzo. Aquella asistencia, sin saber hasta cuando se produjo, abrió la puerta a que otras formaciones fuesen musicalizando nuestras procesiones antes de 1959, cuando la hermandad de Jesús Obrero presentó su banda de cornetas y tambores para hacer crecer la cofradía y evitar el gravamen de pagar a otra banda o bandas para sus procesiones. De primeras un ahorro, pero con el tiempo, con costes elevados. Aquella banda del barrio de El Ejido fue la primera en una cofradía. Comenzó su andadura con una veintena de componentes, hermanos de ella, y conocedores de la labor de “corneta y tambor”, pues muchos procedían de bandas de la Guarda Civil y del ejército. En definitiva, León comenzó a contar con una banda con él mismo repertorio de las militares de entonces pero con la novedad de vestir con túnica y capillo a sus músicos. 

Así, las cofradías de León comenzaron a fundar sus propias bandas. Seguiría “Minerva” y Vera Cruz en 1960, al año siguiente la de Santa Marta, en 1962 la del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, nacida en parte de la del Divino Obrero. Surgieron las de cornetas y tambores de las Siete Palabras y la del Perdón en 1965 y 1966 respectivamente. Todas ellas se extinguieron, excepto la del Divino Obrero pero con múltiples transformaciones. 

La década de 1990 fue un punto de inflexión. Las cofradías siguieron fundando secciones musicales pero con otra orientación. Como precedente, en 1988, las Siete Palabras organizó su banda de música y en 1991 el sonido de las agrupaciones musicales germinó en León de la mano de la cofradía de Angustias y Soledad. Ambas existen en la actualidad.

En 1993 llegó a León la banda de las Tres Caídas de la Esperanza de Triana y trajo consigo hasta la afinación de las cornetas. Se produjo la revolución musical cofrade y al año siguiente se fundó la banda de cornetas y tambores Santísimo Cristo de la Victoria, fundamentalmente por componentes de la de cornetas y tambores de Jesús Nazareno. Comenzó otra etapa en el panorama cofrade leonés, la de los “músicos papones”, que dejó una herida abierta entonces y hasta hoy, porque que León no ha admitido que pueda haber cofrades que se organicen en una banda, sin ser de una cofradía para interpretar su música en nuestras procesiones. Mientras tanto, las nuevas y emergentes cofradías se lanzaron al precipicio de la formación de bandas propias. A continuación las extinguidas o transformadas. Estas fueron la banda de cornetas y tambores de la Redención, la banda de flautas y timbales de María del Dulce Nombre, la banda de cornetas y tambores de la Bienaventuranza, la del Desenclavo, (organizada por dos veces y extinguida las dos) la del Santo Sepulcro, y la del Gran Poder. A esto hay que sumar la fundación y supresión de la banda de cornetas y tambores femenina de Santa Marta. La década de los años 90 del siglo pasado se cerró con la formación en 1997 de la banda de música de la cofradía de Jesús Nazareno, existente a la fecha.

El siglo XXI puede considerarse otra etapa, donde el gusto por el estilo sevillano de agrupación musical arrollará en el interés del papón. Emergerán fundaciones de “papones músicos” y “músicos papones”. No hago diferencia, puesto que en el seno o no de las cofradías todos sus componentes son hermanos de alguna, y todas tienen como fin la interpretación de marchas tras los pasos de nuestra Semana Santa. Así, una nueva formación cofrade, pero fuera de una cofradía, vio la luz en el año 2000, la agrupación musical Santa Marta y Sagrada Cena, originada en parte con componentes de la banda de cornetas y tambores de la hermandad de Santa Marta mediante un convenio entre ambas. En 2001 las Angustias fundó la banda de cornetas y tambores femenina. En 2003 surgió la agrupación musical del Sepulcro, y ese mismo año otra banda de cornetas y tambores, formada mayoritariamente, por componentes de la “gran banda” del Nazareno, la del Santísimo Cristo del Calvario que desapareció en 2007. En 2005 la cofradía del Nazareno fundó su agrupación musical y un año después la nueva banda de cornetas y tambores que, en parte, procedía de la cantera de la banda infantil organizada en 1994. 2012 vio nacer la agrupación musical de la Bienaventuranza y la banda de música del Perdón. Al año siguiente, el Poder presentó su agrupación musical, y en 2014 lo haría el Desenclavo, la última fundación en el ámbito de las cofradías, pero no en el conjunto, ya que en 2016, componentes de la banda de la Vera Cruz, constituyeron la banda de cornetas y tambores Nuestra Señora de la Soledad. 

La música de nuestros “papones músicos” y músicos papones” ha aportado mucho a la Semana Santa. Todas las bandas sirvieron para crear una cantera cofrade joven y comprometida. Motivaron el cambio en el modo de la puja de los pasos hasta hacer que algunos se “bailen” en exceso. Han ayudado a muchos braceros a hacer su puja más aliviada e incluso a lograr que algunos pasos lleguen al final de la procesión. Se han formado musicalmente niños y adultos y han integrado a hombres y mujeres Regalan emociones, aportan dinero, juguetes y alimentos a todo tipo de causas, lideradas o no por cofradías u otras asociaciones, y por ello han ayudado a concienciar a la sociedad de los múltiples problemas con los que convivimos y no solemos percibir.

La fundación de la banda de cornetas y tambores del Divino Obrero inició la verdadera música cofrade, la música especifica para las procesiones de la Semana Santa, donde interpretar composiciones, en principio dedicadas a cofradías y pasos de otras ciudades, y después comenzaron a componer marchas propias para nuestros pasos, aunque a las bandas “no cofrades” se las cuestione que su música sea para servir a honra y gloria de la Pasión representada en los pasos de León.

Creo que la Semana Santa nunca debe ser excluyente, sino todo lo contrario, porque en lo que abarca a este fenómeno devocional y piadoso debe mostrarse el espíritu cristiano más humano que nos pueda caracterizar. Nuestra Semana Santa debe conciliarse para cerrar esa herida de diferenciar el modo que los cristianos muestran su devoción, bien tocando en la banda de una cofradía o haciéndolo en una banda para tocar a los pasos de cualquier cofradía. Porque nuestros hermanos, tomen la opción de dónde o no estar, aportan, suman, y nunca restan, independientemente de las etiquetas de túnica (papones) o traje, (no papones) ya que “el hábito no hace al papón”, y a buen seguro la música de la Semana Santa del año 2019 la van a construir “papones músicos” y “músicos papones”.

Mi felicitación a la banda de la Real hermandad de Jesús Divino Obrero por su sesenta aniversario y por iniciar un camino, y extensiva a todos y cada uno de los componentes de las bandas que forman nuestra música leonesa cofrade, que es la que hacen todas las bandas que a día de hoy muestran su dedicación a ella.


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